Cuando la política carga bebés: maternidad visible.
Mostrarse en un acto laboral con un bebé en brazos o lactando no tendría que ser motivo de críticas ni de escándalo. Sin embargo, cuando lo hacen mujeres en posiciones de poder, las reacciones suelen polarizarse.
El caso de Mariana Rodríguez Cantú, influencer, funcionaria pública y esposa del gobernador de Nuevo León, Samuel García, lo demostró recientemente: al presentarse en el Día del Policía cargando a su recién nacida, unos la celebraron como ejemplo de conciliación laboral, otros la señalaron desde el privilegio de clase.
En América Latina, varias figuras de gobiernos progresistas han abierto camino mostrando que la maternidad no es un asunto que deba ocultarse. Camila Vallejo, ministra Secretaria General del Gobierno de Chile, compartió su embarazo y luego su lactancia en plena jornada de trabajo, como parte de su vida pública.
Incluso el presidente Gabriel Boric, convertido en padre, se ha mostrado cargando y arrullando a su bebé, algo impensable en generaciones anteriores de políticos varones. Y en la escena internacional, la ex primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, llevó a su hija de tres meses a la Asamblea General de la ONU -porque aún la estaba amamantando-, con su pareja a cargo del cuidado, en un gesto que rompió con los moldes patriarcales del poder.
Cuando yo fui madre, hace 23 años, trabajaba como empleada gubernamental. Gracias a eso tuve acceso a una guardería y podía salir a lactar a mi bebé. Pero cuando regresé a los medios de comunicación, me enfrenté a una realidad distinta: no había servicio de guarderías y muchas reporteras, ante la falta de apoyos, abandonaron el periodismo tras su segundo hijo. Un sueño compartido era tener una guardería para reporteras, porque sin ese respaldo era casi imposible sostener la profesión y la maternidad al mismo tiempo.
Quizá, ver a estas mujeres políticas y a algunos hombres en cargos de poder salir a trabajar con sus hijos en brazos contribuya a que cambie la percepción social. Lo cierto es que no basta con verlos en las redes sociales, necesitamos que esa visibilidad se traduzca en políticas públicas reales. Guarderías universales y de calidad, horarios laborales con perspectiva de cuidado, licencias de paternidad extendidas y espacios de lactancia dignos en todos los centros de trabajo.
La maternidad no debería ser un privilegio de unas cuantas ni una condena para muchas. Si la nueva generación de gobernantes se atreve a mostrar su lado más humano, entonces corresponde a la sociedad y a los empleadores dar el siguiente paso: garantizar que ninguna mujer tenga que elegir entre criar y trabajar.
Cuando la política carga bebés: maternidad visible