Los puritanos
En medio del circo político, una vez más, nos encontramos con los puritanos y aquellos que sienten el peso de AMLO sobre sus hombros, moliendo y remoliendo sobre los perfiles externos. Quién iba a pensar que ser de raza pura te otorgaría automáticamente un espacio privilegiado, al menos según lo dicta el acta de nacimientos, ese documento que parece tener más secretos de los que pensábamos.
¡Ay, la vida partidista! Es como vivir en una vecindad, donde todos hablan a tus espaldas pero, en los eventos sociales, se saludan con una sonrisa. En MORENA, la situación se vuelve aún más cómica. Están los que habitan ahí desde que se construyó el edificio político y los recién llegados de otros lados. Pero, oh sorpresa, los que ya estaban se enfurecen, como si poseyeran una especie de derecho de antigüedad VIP.
Recientemente descubrí que hay quienes piensan que ser «puro» merece todo tipo de reconocimientos. Mis disculpas por tener apenas 4 años cuando el actual presidente fue elegido como jefe de gobierno del extinto DF. Parece que algunos creen que la pureza política es como un vino añejo, y si no estabas allí desde el principio, ¿quién eres para reclamar tu lugar en la mesa?
La política no es un club exclusivo para los que llevan más tiempo, ni debería ser un escenario para competir por quién tiene la línea de tiempo más extensa. Todos venimos de diferentes lugares, y lo que importa es la capacidad de hacer un cambio positivo. Así que, al margen de las etiquetas y los prejuicios, lo único que realmente importa es que aquellos en el poder trabajen por el bienestar de todos nosotros, sin importar de dónde venimos ni cuánto tiempo llevamos aquí. Es hora de mirar hacia adelante y dejar de lado las disputas partidistas como si estuviéramos en una vencindad política.
Los puritanos
