Más que cuotas, compromiso real
Vamos a hablar de inclusión, esa palabra que suena bonito en los discursos, pero a veces parece más escurridiza que un político en vísperas de elecciones. Sí, sí, eso de que los partidos deben ser más incluyentes con las agendas feministas, juveniles, LGBT+, discapacidad y demás. Pero, ojo, no vayan a creer que es suficiente con unas cuantas cuotas coloridas y ya está el trabajo hecho.
Lo de las cuotas es como cuando vas a una fiesta y te ponen en la mesa de los ‘invitados especiales’, pero en realidad estás más solo que un foráneo en navidad. Aunque sí, no podemos negar que las cuotas tienen su importancia, ¿eh? Son como ese primer paso para reconocer que hay que abrir la puerta a todo el mundo. Pero la cosa no termina ahí.
La cuestión es si en la trastienda, en la cocina del partido, están cocinando la verdadera inclusión. Porque de nada sirve tener unos cuantos nombres chidos en la lista si las decisiones importantes siguen siendo tomadas por la misma élite de siempre, ¿verdad? Ahí es donde entra el show de las cuotas de papel: se ven bien, pero en el fondo no llenan el plato.
Ahora, no nos hagamos bolas. Esto no es un juego de izquierdas contra derechas, ni tampoco un concurso de quién reparte más pegatinas arcoíris. Hasta algunos partidos de derecha han soltado su rollo sobre la inclusión, aunque a veces se les hace bola en la garganta. Pero ojo, que si algún partido de derecha se lanza al ruedo en serio, no le tiremos jitomatazos antes de tiempo, por que por lo menos ya están hablando de ello.
Ah, pero no creamos que esto es una tarea imposible. No estamos pidiendo que los políticos se pongan a hacer malabares mientras montan en monociclo. Queremos que se lo tomen en serio. Que dejen de hacernos la finta con cuotas de un solo uso y se pongan a trabajar en políticas reales que promuevan la diversidad y la igualdad de oportunidades.
Así que, amigas y amigos, no nos quedemos en la superficie. No caigamos en la trampa de aplaudir solo por las cuotas y los eslóganes bonitos. Exijamos cambios de verdad. Que la inclusión sea más que una palabra elegante en un discurso, que sea la norma en todas las decisiones políticas. Al fin y al cabo, la verdadera inclusión no es un cuento de hadas, es una necesidad real. ¡Que empiece la verdadera fiesta de la diversidad política!