Un crimen contra el poder de las mujeres: el asesinato de Ximena y José
El asesinato de Ximena Guzmán, secretaria particular, y de José Muñoz, asesor de la jefa de Gobierno, Clara Brugada, es un golpe directo al corazón político no solo de la capital, sino de todo el país. La detención de 13 personas, de las cuales seis fueron vinculadas a proceso por delitos contra la salud, confirma que no estamos ante un hecho aislado, sino frente a una trama compleja que desborda la narrativa del “crimen común”. Independientemente del sigilo de la investigación, la magnitud de los detenidos muestra con crudeza la gravedad del caso y la profundidad de esas redes criminales.
El ataque no solo fue dirigido a Brugada. También es un mensaje a Claudia Sheinbaum, la primera presidenta en la historia de México. Porque cada vez que una mujer rompe un techo de cristal, también rompe pactos de poder e inercias patriarcales que incomodan a quienes lucran con la violencia. Golpear a quienes rodean a las mujeres en el poder es un método para disminuir su autoridad y sembrar miedo.
No es un fenómeno aislado. En Colombia, el asesinato de la lideresa social María del Pilar Hurtado en 2019 buscó frenar la participación política de mujeres en comunidades golpeadas por el narco y el paramilitarismo. En Honduras, la ejecución de Berta Cáceres en 2016 fue un intento brutal de silenciar a una mujer que incomodaba al poder económico y político desde la defensa del medio ambiente.
Lo ocurrido en la Ciudad de México confirma un patrón: los gobiernos encabezados por mujeres son asediados con una saña distinta, como si el crimen organizado y los poderes fácticos no soportaran ver a una mujer ejercer autoridad sin pedir permiso. Este doble asesinato no fue un ajuste de cuentas cualquiera: fue un ataque que buscó exhibir la vulnerabilidad del Estado mismo, en el corazón del país.
En medio de este escenario, debe reconocerse con respeto y admiración la valentía de las mujeres que hoy enfrentan esta embestida. Clara Brugada, sosteniendo el timón de la capital en un momento convulso; Claudia Sheinbaum, que encabeza la transformación del país sin retroceder un milímetro; y Bertha Alcalde Luján, fiscal General de Justicia de la Ciudad de México, que ha tomado este caso con firmeza pese a los riesgos que implica desafiar al crimen. Ellas encaran una resistencia en un contexto donde el miedo busca ser utilizado como arma política.
El llamado hoy es claro: no temer, no retroceder, no callar. La violencia no puede convertirse en el precio de gobernar siendo mujer. La transformación también significa que el miedo no nos detiene y que el poder de las mujeres, aquí y ahora, es ya irreversible.
Un crimen contra el poder de las mujeres: el asesinato de Ximena y José