Sofía Rodríguez
La brecha salarial en México y sus estados ha sido histórica e irreversible. Por años, los hombres han percibido mejores ingresos que las mujeres a pesar de que en muchos casos desempeñan las mismas tareas.
De acuerdo con los registros administrativos de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS), hasta enero pasado, los hombres ganaban 74 pesos más que el salario diario de una poblana, diferencia superior a la media nacional de 60 pesos.
Las estadísticas no mienten. En Puebla, el salario promedio diario de un hombre es de 436.42 pesos y de una mujer de 362.42; en términos porcentuales los hombres ganan 20 por ciento más que una trabajadora.

Las poblanas, según muestran los informes del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), gozan además de los peores salarios del país, sus ingresos diarios por 362 pesos son la novena cifra más baja.
Y aunque el compendio no precisa el cargo o trabajo que desempeña cada género, también es sabido que históricamente las mujeres no tienen las mismas oportunidades para ocupar puestos de poder en las empresas.
Las mujeres se topan con una barrera que frena su desarrollo profesional porque los estereotipos las asocian como el género que permanece en casa al cuidado de los hijos y el hogar y así en el mercado laboral.
Cada 8 de marzo se presenta como una oportunidad no sólo para reflexionar sino para trabajar en la igualdad laboral entre hombres y mujeres, pues los cambios no han sido suficientes para reducir la brecha.
